miércoles, 3 de agosto de 2016

Viajando con diálisis. Capítulo 8.

Hasta el último día en Santiago, nuestro amigo José María vive una aventura. ¿Queréis que le ocurrió al final del viaje? En este último post nos relata su fin de trayecto, y nos anima a comenzar nuestra propia aventura, deseándonos un 'buen camino'. El equipo de Escuela de Pacientes quiere darle las gracias por compartir esta bonita experiencia. 
 

La puesta de sol desde el Faro de Fisterra.


Hoola, hola. Después de una semana de madrugones, ya era hora de levantarse sin prisas, aunque un poco “perjudicado” de la noche de celebración.

Esa misma mañana decidimos que, como hasta el siguiente día a las 12:00 h. no cogíamos el avión de vuelta a casa, alquilamos un coche y nos dirigimos hacia el Faro de Fisterra, donde los peregrinos iban al acabar el camino, para quemar toda la ropa utilizada durante la peregrinación, para ahuyentar la mala suerte.

La verdad es que la costa es preciosa, un día soleado sin nubes, y paramos un par de veces para refrescarnos. Llegamos a Finisterre a la hora de almorzar, y nos comimos una mariscada para celebrar el camino tan bueno que realizamos.

José María en el acantilado. 

Después subimos al acantilado donde está el Faro de Fisterra, y vimos el atardecer desde allí, cosa que os recomiendo, pues es simplemente “HERMOSO”. De vuelta en Santiago, cenamos en el mercado medieval, unas compras y a dormir.

Domingo de vuelta a casa. Estoy tranquilo porque no tengo diálisis hasta el siguiente día. Durante el desayuno, Javi me pide que le enseñe el papel que imprimimos del horario del vuelo de vuelta, y resulta que, hacía un mes, le habían enviado a él un mail con un cambio de horario del vuelo, y como él no le había echado un vistazo al mismo, total, que el vuelo salía a las 09:30 h.  NOOOOO!!!!   

Corriendo por las maletas, al coche (que teníamos que entregarlo en el aeropuerto), y a ver si nos daba tiempo. Que vaaaa., hasta el final del viaje ocurriendo cosas, jajaja. En fin, no nos quedaba otra alternativa que bajarnos a Málaga en coche, pues ellos trabajaban y yo tenía diálisis.

En el mismo aeropuerto lo alquilamos, y bajamos al sur por la ruta de la Plata hasta Sevilla, y desde aquí a Málaga.

Total, que llegué a casa sobre las 2 de la mañana, pero con una energía muy positiva y muy satisfecho de haber podido tener la oportunidad de vivir esta experiencia.

En fin, que solamente espero que os haya podido hacer disfrutar un buen rato con esta aventura, y que las dificultades te hacen superarte y fortalecer si las realizas  tu mismo, y os aseguro que la sonrisa que descubres en las personas más cercanas a ti cuando las superas, eso no hay dinero que lo pague.


     A todos os deseo, de corazón, por el sendero de la vida: “BUEN CAMINO”.

Por José María Prieto