Viajar con diálisis es posible, y así nos lo muestra cada semana José María Prieto. En este nuevo capítulo nuestro peregrino preferido nos relata su nueva parada en el camino para su sesión de diálisis, y la satisfacción de disfrutar de una buena cena junto a sus compañeros, tras el largo recorrido.
Hola!. Este fue el día más madrugador hasta
la fecha, pues resulta que, antes de las seis y media de la mañana, se levantaron
los extranjeros con los que compartíamos la habitación del albergue y
encendieron las luces, así que ya aprovechamos la situación y nos levantamos
nosotros también.
Nos
sorprendió la cantidad de peregrinos que íbamos saliendo de la aldea, casi una marabunta
de luces (no había amanecido aún) de las linternas que llevábamos para alumbrar
el camino, y además, estaba lloviznando. Fue el primer día que nos mojamos.
Teníamos que llegar a Palas de Rei antes de
las 12:15 h., pues tenía que coger el autobús hacia Lugo, para ir a la diálisis
y teníamos que recorrer unos 12 Km. hasta la estación.
José María Prieto junto a una escultura. |
Aunque no paraba de llover, yo estaba pasando algo
de calor pues el poncho que estaba usando protegía de la lluvia pero no era
transpirable. Después de caminar un rato paramos a desayunar en una venta muy
peculiar, pues la dueña realiza esculturas y pinturas con las hormigas como
tema central y fuera del bar tiene unas estatuas grandísimas y cuadros de
ellas, muy interesante.
Llevamos muy buen ritmo y casi todo el
recorrido transcurrió en el arcén de la carretera, hasta la antesala de Palas
de Rei, que ya entras en un carril de tierra, y sobre las 11 ya había llegado a
la estación de autobuses. Allí, tomamos
un refresco y mis compañeros prosiguen el camino hasta Melide, población a la
que debo de llegar cuando acabe la diálisis.
Antes de partir hacia Lugo, me dirijo a una
tienda y me preparan un bocadillo para almorzar en la clínica (te permiten
llevar comida!) porque si una cosa me da
hambre, es la máquina, jaja.
Antes de la
una ya estaba en Lugo y aproveché para pasear un rato por el centro pues es
precioso.
La diálisis fue
estupenda pero viendo que eran las 7 cuando me empezaron a desconectar, y el
autobús hacia Melide salía a las 7 y media, les comenté al personal de la
clínica que si me podían avisar a un taxi, para que estuviera en la puerta
cuando saliera y accedieron sin problemas
Y como los
pinchazos no terminaban de coagularse, para ganar tiempo, me dirigí al peso, y
encima del mismo, se escapó la presión que estaba haciendo en uno de los
pinchazos, y salió sangre y les puse bueno el peso y mi ropa (yo, en mi línea,
para variar, jajaja).
Salí
corriendo, y le comenté al taxista mi situación, y se implicó tanto que llegué
a tiempo al bus.
Cuando
llegué a Melide, me recibieron mis compañeros con vítores y aplausos, como un
campeón. Después fuimos al albergue, una duchita y a cenar.
En Melide es
muy famoso el pulpo, y en concreto el del restaurante Ezequiel, pero los del
lugar nos comentan que hay un sitio mejor, A GARNACHA, y es donde nos dirigimos,
y está ESPECTACULAR, disfrutamos de lo lindo.
Y así, nos fuimos a descansar, pues el
siguiente día es el más largo que íbamos a caminar, hacia la antesala de
Santiago de Compostela.
No os perdáis en el próximo el “EXPRESO” de
San Pedro Alcántara a toda máquina.
Por José María Prieto
Q crack....ijijijij
ResponderEliminarQ crack....ijijijij
ResponderEliminar