jueves, 14 de marzo de 2013

Cuando compartir se convierte en más salud


El día previo al II Congreso Escuela de Pacientes, recibimos en este espacio a Taite Cortés (@taitechu), quién nos recuerda la importancia de la comunicación en salud para facilitar a las personas información y estímulos que les ayuden a mejorar su calidad de vida. Además, nos acerca algunas de las iniciativas de la Consejería de Salud y Bienestar Social encaminadas hacia este objetivo. Gracias Taite por acompañarnos en una semana tan especial para este proyecto!

No sólo es atención sanitaria, no. No sólo se trata de diagnosticar y poner los medios para sanar o para llevar la enfermedad en las mejores condiciones, no. No sólo es asistir. No. Es mucho más.

Las administraciones sanitarias, los sistemas con vocación universal -esa universalidad de la que tanto se habla ahora y que se ha quebrado con decisiones políticas irreparables- tienen que prevenir, promocionar, informar, dar a conocer, aportar herramientas a la ciudadanía para que mejoren su calidad de vida. La OMS lo deja claro: hay que proporcionar a las personas información y estímulos para que se mantengan sanas y prevengan enfermedades.

Y ésta es principalmente la labor que tenemos quienes trabajamos en el ámbito de la comunicación en las instituciones sanitarias, ayudar a la organización a llegar a la ciudadanía con aquellos mensajes, aquellos hábitos, aquel conocimiento que les va a ayudar. Porque, lo tenemos claro, Informarse es salud.

Nadie dijo que fuera fácil. Cada vez hay más información de salud al alcance de todos. Y tenemos que ser capaces no sólo de discriminar aquella que es buena y válida de la que no, sino hacer ver a la ciudadanía que no toda vale y que hay mucho desalmado por ahí jugando con las esperanzas de las personas.

Tenemos el conocimiento y tenemos las herramientas para llegar. Los formatos cambian, los folletos son el pleistoceno y hay que echar mano de nuevas vías que lleguen realmente a las personas. Primero fueron los vídeos que facilitan los mensajes, que mejoran la captación, que hacen más fácil el proceso, pero que sigue manteniendo el carácter unidireccional de la comunicación del ayer. Y después llegaron las redes sociales, la conversación entre iguales, la reciprocidad, la inmediatez. Una perita en dulce para eso que llaman educación para la ciudadanía.

Pero en comunicación, si importante es el mensaje y el vehículo, no menos importante es quien lo da. Recientemente veíamos en la encuesta del CIS sobre valoración de las profesiones que los periodistas -entre los que me encuentro- tienen la peor valoración, sólo superados por los jueces. Son claramente unos aliados nuestros para trasladar la información pero la profesión pierde credibilidad por momento. En cambio, tenemos la ventaja de que los médicos -lo hago extensible al resto de profesiones sanitarias, que no sé si se miden- son los mejor valorados. Lástima que no se valore la información entre pares.

Y dirán que qué tiene que ver esta reflexión sobre la comunicación con la Escuela de Pacientes. Pues que estas claves que manejamos nosotros son los mejores ingredientes con los que ha podido generarse un proyecto tan fascinante, tan necesario, tan elemental como éste.

La Escuela de Pacientes es un paso más. Ahora no se trata de informar a la ciudadanía, no, se trata de llegar a las personas con enfermedad, con algunas que pesan tanto como el cáncer, el azheimer, personas que no tienen que prevenir ni promover sino conocer su enfermedad y contar con las herramientas para vivir con ella; personas que tienen unas necesidades, una sensibilidad, una situación diferente, única. Y personas que cuentan con la mejor de las ayudas posibles, la experiencia compartidas de otras que han pasado o están pasando por lo mismo.

Podríamos hablar del Plan de Crónicos de Andalucía, de cómo esta nueva manera de abordar la enfermedad en su complejidad genera beneficios, ahorra costes, en reingresos, en complicaciones, mejora la calidad de vida de las personas. Podríamos comentar muchas ventajas clínicas, sanitarias y hasta económicas. Pero la magia que tiene la Escuela de Pacientes es que, como en las redes sociales, se pone a disposición de los demás todo lo que sabemos, lo que somos, en un maravilloso ejercicio de enriquecimiento mutuo que se traduce en más salud.

Por Taite Cortés

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