LA ESCALERA DEL AFECTO
Empuña el corazón al corazón,
oscila
entre la sal, el acero y la saliva.
Raudo, silencioso, cristalino
remueve, agita
las carpas felices de los ríos.
Alberga
una nitidez desconocida.
Jamás nos brinda la callada
por respuesta.
Impulsa
el mimbre
curvo del latido
apartando
la invisible flor en la maleza
con la sola fuerza
de la fuerza.
No sueña
sin el permiso
de la menta,
y es montaña, arroz,
trigal,
devanado ovillo
que en el desgaste
indócil se reinventa
y alza
el soterrado furor
de la amapola,
el siniestro verdor de las heridas,
la brusca neblina
tras el espacio fugaz
que lo encandila.
DERECHOS
«El Estado de
bienestar es un logro irrenunciable en España y en la Unión Europea»
MARIANO RAJOY, El
País, 8 de diciembre de 2013.
«Quizá no haya un lugar que no
haya sido un campo de batalla»
WISLAWA SZYMBORSKA, Fin y principio.
Tienes derecho a
tener derechos,
a la emasculación
precoz,
a regalarte una
diabetes,
a quebrar o ser
quebrado,
a morir viejo,
alucinado y solo.
Tienes derecho a esconder
tu miseria
en el horario
establecido,
a ver a tus hijos
perderse
y regresar con ojos
abismados,
a que tus hombros
brillen
como la rodilla
de un santo,
al analfabetismo
emocional.
Ya no luches.
Renuncia.
Tienes derecho a
alzar la voz en mitad del grito,
a que te ladren
los perros callejeros,
a enjuagarte la
garganta con lejía.
a morir reventado
a las puertas
del hall que tú elijas.
Piénsalo.
Es la hora.
En las cunetas
despierta la hierba y no serás visto,
y con lo que le
cuesta al vigía tu miseria
podremos dar
entrada a un flamante ciudadano.
Sus derechos no
serán distintos
pero durante unos
instantes gloriosos
su futuro
parecerá por escribir.
Verá la fe, será
la luz,
y en lo que tarda
el discreto alguacil
en cambiar el
primer lacrimatorio,
su bravo corazón
de cuero
brillará por unas
horas nuevecito.
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